No puedes darme tu vida,
y yo no quiero que lo hagas.
No puedo darte la mía,
aunque sientas que es la única salida.
Me ofreces amnistía
y yo la acepto, y te pido perdón
por que sea necesaria.
Y así pasamos la vida,
perdonándonos una y otra vez,
ergo errando sin cesar.
Haciendo un camino de piedras,
un camino inescrutable.
Y así, aunque trágica,
compartimos una historia.
Pero no me pidas que entreguemos
las nuestras propias.
No permitas hacer mía tu vida,
no me pidas hacer tuya mi vida.