Es hoy.
Octubre, el mes de los atardeceres rosa.
El pecado, un desperdicio en oxímoron retenido de las manos hambrientas de la reina primaveral, Perséfone, ahora en su noble estirpe, con frío y oscuridad, la han llevado a causa de sofismas hacia el Hades.
Porque claramente el cielo se presta para las tragedias, se presta para infortunios y rara vez para una chispa de suerte, el cielo de hoy es a quien culpo por amanecer y atardecer en orden inverso, sin importar a quien se lleve a su paso, por esconderse en un arrullo de agua naciente.
Es hoy, cuando a través de un verso interpuesto decidimos trascender
Y cuando naturalmente nos esparcimos, casi vulgares, casi terrestres entre las formas convencionales, pues hasta al ser mas etéreo nos duelen los cambios muy adentro, nos invade el temor a pesar de nuestra divinidad.
Solo hay un día para apreciar las chispas casi invisibles que sueltan las horas en medio de su ola cíclica y abrasante, las sueltan al azar y sin previo aviso, solo hay un día para notar contrastes fatídicos entre horas y minutos pues el tiempo es una ilusión.
Solo hay un día, ese día es hoy.
