Cárcel de dolor
A Sergio en su desventura
Alma encarcelada
en el infierno atroz
de sus desventuras.
Cuerpo agotado
con señales crueles
de un cansancio oscuro
que te atormenta
en vida como si
fuese muerte.
Corazón vacío bañado
de una amarga soledad,
que como sombra
te persigue, que como espanto
al lado llevas y no te puedes liberar.
Licor que auyenta tus penas
por horas infames que a la tristeza
engañan, cavando heridas profundas
cuando el sabor se acaba.
No sé si volverá algún día
ese hombre que felíz fué,
al que una tarde no lejana
el ángel que lo llevaba de la mano,
se cansó de seguir su marcha
y en profunda fatiga cerró sus
ojos y ya nunca más volvió.
Tal vez de este mundo pronto te vayas
y la paz encuentres en un lejano cielo
que cobije tu desdicha...
por ahora mi alma
seguirá sangrando
en el recuerdo inmenso
de tu triste vida,
de tu cárcel de dolor.
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