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La urna: 80

La misteriosa y móvil mar conmueve
su torso de ira, relumbrante red,
y rebramando el fondo sordo, al leve,
rístino, ingenuo azul del cielo ve...
 
Como imbricado de guirnalda breve
parece el mar lejano... Pero ¡qué!
¿no hay un ansia divina que le lleve
donde una piedra esté?
 
Sí; y en desesperado anhelo llega
y despedaza su cabeza ciega,
rompe sus brazos de pasión perenne...
 
Sé de otro anhelo así desesperado,
así ciego, así eterno y desgarrado.
¡contra inmutable piedra un mar solemne!
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