Pájaros sin nombre nacían
de su boca.
Árboles sin nombre
con los que tropezaba.
Pero el hombre no era ciego
ni sordo
y sintió el graznido
la nota primigenia
El viento aportó el vendaval
y comenzó la danza de las ramas
De ahí las estaciones
y todo fue color.
La fiesta hasta el amanecer
su corazón colmado
la embriaguez infinita.
Así comenzó su escritura
el mudo.
Llovía a cántaros
de la tierra surgieron los seres
que hablaban por él.