Me comía mis fideos
y decidí
en un disturbio furioso
detener todos los círculos grotescos
y llamar por su nombre
todas mis (encarnadas) injusticias
Tomé el fuego hirviente
y marqué mis manos como guerrera
Pinté mis mejillas con la salsa especiada
como si sangre fuera
y me armé de los mejores pedazos
de plato roto – sucio
rota – sucia
El grito de una vida que dormitaba sonámbula en un estómago vacío
salió
para desconcertar a todo lo político, todo lo correcto
la brisa de un Santiago áspero me despertó
y figuraba sola,
llena de salsa
y con los fideos en el suelo
me los comí igual