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Varón

Despojado de atavíos,
la piel habituada al sol,
al viento, al mar,
con el alma desnuda
develando vas los secretos
que anidan en tu pecho.
Entre la condición inmanente
del bien y el mal que nos hierra,
crecen las raíces del varón de bien,
que cree, que confía...
En el resplandor del universo
la verdad se yergue  en la armonía
de tu paz.  A tu barca se trepan
sueños ignotos que hablan del amor
en donde se derrama la vida.
Un revuelo de aves inquietas
se refleja en el portal de dos mundos.
El del orbe, ensueño infinito
en donde todo se renueva
y la inocencia canta
como esperanza prometida.
Cabizbajo no ignoras al otro...
Mundo de poder, que corroe...
Asolapado en la oscuridad,
precipitadamente se esparce
en cada partícula que respiramos
mostrándonos la cara de la miseria,
que sobrecoge al alma
y la entierra viva.
Pero tu palabra, semilla buena
Como trigo al viento,
es fuente límpida, espúmea
que en la pureza del corazón
oferente nos renueva el espíritu,
arrebatándolo de los sentidos del mal.
Siempre, eternamente, entre
la dualidad del hombre,
del bien y el mal que lo signa
habrá de existir un Varón de bien
que crea y confíe en el hombre.
Varón que junto al regazo
de la amada habrá de plenar
la tierra de buenos hijos
fecundos en  amor y paz.

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