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Al pié de tu ventana

Me acerqué silenciosa, temblando a tu ventana
sin odios, sin rencores, sin penas ni rencillas.
Llamé toda la noche y la luz de la mañana
me sorprendió frente a ella, cansada, de rodillas.
Vanas fueron mis súplicas e inútil fue mi llanto
y sin resentimientos de tu alma me alejé.
Me abracé a la mañana y en su luz mi quebranto
con lágrimas dolientes por siempre sepulté.
Te quedaste solo, porque jamás quisiste
descifrar lo que en el alma de la mujer existe,
y yo seguí mi camino, tras la estrella lejana
que enfila mi existencia por caminos floridos…
Ya no oirás más lamentos, ya no oirás más quejidos
ni súplicas, ni llantos al pie de tu ventana.
Tardé mucho en saber lo que era patria
Mírase en la Patria el hombre
¿O sólo busca testimonio de su rostro en ella?
Dicen que solamente ella escuda
y gotea victoria o vencimiento en nuestras venas.
Que en todo ir y venir su tierra y su agua
se nos pone enfrente.
Como si solamente debajo de su patio
los cuchillos adversos no pudieran herirnos.
Esto todo es mentira. La patria se va recorriendo despacio,
Descubriendo con cuidado, y una vez adquirida
Ya no está jamás lejana,
Ni se gasta y compone a nuestro antojo.
Esa no puede destruirse, porque ya está totalmente construida
y no debe su grandeza a los mitos groseros de la especie.
Tardé mucho en saber lo que era Patria
los rencores abrían y cerraban mis ojos.
Esclavitud y libertad eran los nombres,
en que mi inédito pecho caía de bruces.
Hoy solamente sé que habitas donde yo habito
y que nada te desclava,
que eres la mordedura con que sufro y gozo
donde recojo mensajes y deshojo calendarios
para afirmar que existes y que debes existir
como yo quiero que existías, entre sal y miel,
sudor y sangre.
Ya para entonces, si es que hay entonces,
camino adelante tal vez regrese
y nuevamente atraviese Patria
las aguas de tu puente.

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