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HAY VECES QUE ASÍ ME ENCUENTRO

 
Mohíno y caminando en compañía
de la desilusión y la tristeza
voy sin parar desde que el sol empieza
a lucir al albor de un nuevo día.
 
Al parecer, mi corazón se enfría
y el alma se me llena de tibieza,
como también me ronda en la cabeza
la absurda idea de que está vacía.
 
El norte, bien se ve, ya lo he perdido
sin  siquiera saber por qué se ha ido
y la consciencia tengo ciega y sorda,
 
por lo que en consecuencia nada siento
y así cuando a mí llega un pensamiento
me lo tira enseguida por la borda.

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