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MI PODÓLOGA

Para cuidar mis pies voy al podólogo,
que en mi caso es mujer y bien histérica
por cierto y me recibe tan colérica,
que termino después ante el cardiólogo.
 
La encuentro casi siempre en un monólogo
y hablando sobre un tipo que en América
la dejaba una tripa casi esférica,
según la confirmaba el ginecólogo.
 
Como era coja, se apoyaba en báculo
y airosa por la calle iba mostrándolo,
pero al estar de sobra ya muy grávida
 
se bamboleaba y era un espectáculo
que la gente acababa retratándolo,
por encontrarse en sensaciones ávida.
 
Ella iba tan impávida
como si fuera una mujer modélica
a pesar de su pinta psicodélica.

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