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TODO QUEDÓ ATRÁS

Lejano está ya el tiempo en que bebía
el inefable néctar de los besos
que me dabas con dulces embelesos,
cuando lleno de amor te los pedía.
 
Un arrebato igual nos sucedía
a los dos, pues estábamos bien presos
de la locura de vivir excesos
apasionados, sin faltar un día.
 
Todo aquello acabó sin darnos cuenta
cual si hubiese venido de improviso
y el tedio para siempre echó la llave,
 
dándonos por igual ocho que ochenta,
rompiendo entre los dos el compromiso
de andar bogando en una misma nave.

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