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Sin café, sin ti

Sé que hablamos hace un rato, pero me sentí en la necesidad de escribirte estas líneas, porque ya sabes que odio hablar por teléfono y cada vez que corto se me ocurren cosas que debí haberte dicho. Hablamos durante
4 horas, 17 minutos y 40 segundos, creo que hace más de 10 años que no hablaba durante tanto tiempo con alguien, pero en fin, conversar contigo es una de las cosas más hermosas que puede haber en el mundo, perderme en tu voz, tus bromas y excesos de confianza me dejan completamente vulnerable y desnuda ante el amor.
Sí, ya sabes que tú me pones cursi y haces que olvide que soy una persona innatamente triste, contigo olvido que estoy rota, incluso me animo a llorar y decírtelo sin pena. Debí haberte dicho que por las noches antes de dormir te imagino acariciando mi pelo, hablándome de la ciudad donde te criaste, de cuánto le temes a la profundidad del mar y de cómo te abres solo con algunas personas porque ya estás cansado de darlo todo para luego perderlo.
Debí haberte dicho que no quiero que nos perdamos nunca, y si eso sucede, que sea debajo de las sábanas, abrazándonos con todas nuestras fuerzas hasta que el aroma de cada uno se nos impregne en la piel y luego nos reconozcamos a miles de kilómetros.
Debí decirte, entre risas, para que no sonara tan triste, que suelo hablar contigo como si estuvieras aquí, que me acompañas las 24 horas del día aunque no pueda abrazarte y que construyes sobre mí muros de sonrisas para que ninguna lágrima derribe la felicidad que me provocas. Lo peor de todo es que esta noche no he bebido café  y la ansiedad me está consumiendo viva. Perdón con aburrirte con tanta palabrería, pero resumiendo, quería decirte que esta noche, estoy sin café y estoy sin ti... y ya sabes lo que eso significa, que debo abstenerme esta noche de mis dos vicios y que a pesar de desearte tan intensamente de esta manera, me rompo en mil pedazos cuando quiero besarte y no puedo.

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