Finalmente después de un tiempo encontré un extraño patrón en mi depresión, más allá de las paredes que se achican y el aire que quema, no puedo dormir pero tampoco puedo dejar de limpiar... cada esquina, cada rincón, de arriba a abajo, de puerta en puerta y cada huella en el espejo.
Hoy he limpiado hasta el mínimo rincón y ya era hora de hacerlo, era hora de dejarte partir de aquí,  solo resta limpiar los restos de ti, de tu olor y tus palabras.

Cada letra, cada palabra, cada oración...  me ha costado media vida sacarlas de aquí y cada vez qué creo haberlas ahuyentado se cuelan por las ranuras de la ventana, en el marco de la puerta o hasta hay veces que las veo aplastadas por mis pies, otras veces se vuelven una capa fina en los muebles y aunque basta con un soplido, a veces los pulmones no me dan.

Otras veces son como un enjambre en la cabeza, a veces se van pero siempre vuelven.

Y en este ciclo no se van ni se quedan, y me bailan burlonas al rededor, las malditas cubren hasta el mas pequeño rayo de sol para asegurarse que no vuelva a ver la luz.

En la noche me dan comezón, qué molestas son.

No sé qué pasa pero me dicen que ya no hay calor, tampoco frío, no hay amor, no hay emoción, ya no queda la mínima sensación.

                 Creo que se han cenado mi corazón.