Si en ti vive una gota de compasión
con permiso y por favor ruego que
la resbales sobre tu mejilla
y no detengas su caída hacia mis heridas.
Si tus ojos saben de miradas tiernas
que las guarden para quien encuentres
en el espejo.
Si hay algo para mí. Que sea tu espalda
da la media vuelta y déjame contemplarla
que, en nuestra historia juntos ella fue mi templo,
verdugo y anhelo.
Y deja que mis brazos rodeen tu cintura
por última vez, mientras que mis labios le susurren
a tus oídos que no te vayas; Que aún tengo poemas para ti.
Para cuando estemos justo así: pecho a espalda,
brazos a cintura y labios a oídos.
Ignoraras mis peticiones y te dejaras ir.
Por ultimo mi corazón te sabrá despedir
y entonces te iras y tu última gota de
compasión sobre mis heridas caerá.