Leonardo: ¡Calla! Novia: Desde aquí yo me iré sola. ¡Vete! ¡Quiero que te vuelvas! Leonardo:

Se ven desde las barandas, por el monte, monte, monte, mulos y sombras de mulos cargados de girasoles. Sus ojos en las umbrías

Lámparas de cristal y espejos verdes. Sobre el tablado oscuro, la Parrala sostiene una conversación

Por el East River y el Bronx los muchachos cantan enseñando sus… con la rueda, el aceite, el cuero… Noventa mil mineros sacaban la pla… y los niños dibujaban escaleras y…

El Mascarón. ¡Mirad el mascarón! ¡Cómo viene del África a New York… Se fueron los árboles de la pimien… los pequeños botones de fósforo. Se fueron los camellos de carne de…

Cuando yo me muera, enterradme con mi guitarra bajo la arena. Cuando yo me muera, entre los naranjos

Yo no quiero más que una mano; una mano herida, si es posible. Yo no quiero más que una mano aunque pase mil noches sin lecho. Sería un pálido lirio de cal.

Yo te miré a los ojos cuando era niño y bueno. Tus manos me rozaron Y me diste un beso. (Los relojes llevan la misma caden…

Las alegres fiebres huyeron a las… y el judío empujó la verja con el… de la lechuga. Los niños de Cristo dormían, y el agua era una paloma,

Los caballos negros son. Las herraduras son negras. Sobre las capas relucen manchas de tinta y de cera. Tienen, por eso no lloran,

Sevilla es una torre llena de arqueros finos. Sevilla para herir, Córdoba para morir. Una ciudad que acecha

Odian la sombra del pájaro sobre el pleamar de la blanca meji… y el conflicto de luz y viento en el salón de la nieve fría. Odian la flecha sin cuerpo,