Puede que un hombre deje de ser
todo lo que hasta ahora ha sido,
que alguien le cambie de sitio
los tesoros, que no encuentre
ni un rastro del camino,
que se equivoque en todo.
Puede que conviniendo con criterio
sobre ciertos lugares y algún sitio,
aun sepa todavía donde dejó las llaves,
por qué puerta se cruza al infinito,
como se llega al vértice irascible
donde ya no hay retorno.
No hace falta decir que algunos
hombres andan siempre subidos
en un globo lleno de aire y humo,
sus temores se ajustan sabiamente
al nombre que hay escrito
en su libreta de desconocidos
Puede que un hombre deje de ser
hombre, o no haya nunca dejado
de ser niño. Puede que no comprenda
lo que pasa cuando lo mira una mujer
de golpe, y le deja en harapos
el corazón temblando todavía.
Algo nos dice que a pesar de todo
lo mucho que ha perdido, aun le queda
una pizca de ese orgullo que lo convierte
en digno cuando no queda nada
que lo salve o tal vez lo redima
de la desesperanza de lo cierto.
Puede que un hombre deje de ser
todo lo que hasta ahora ha sido,
y empiece a verle a la vida los colores,
sepa subirse a algún vagón en marcha
con la necesidad de huir a alguna parte
donde su nombre esté en algún cristal escrito.