Hoy desperté, con asombro
ya que no estabas, junto a mi hombro.
Una vez más me engaño el inconsciente
con un sueño real e incomparable.
Como abnegar este padecer
Que ha matizado mi ser,
con tu frágil esencia,
que quisiera ponerte la aureola.
Te aclamo Circe, que prepares el conjuro
que de Adonis, me otorgues la gracia,
para que Diana sea mi idilio,
y a cambio te doy mi sangre de sátiro.
Para escoltar a su belleza de sirena
galanteando su figura extrema
esperando un ocaso minucioso
que deje abrir su caja de pandora.
Así la espero noctambulo y rapaz
a la vez pasivo y animoso
solo admirando su silueta
solo visitándola con inmóviles palabras.