(1982)
#EscritoresEspañoles Versos 1982 De distraerme para
Has de quedar, así, dominadora del tiempo y muy presente, aunque… yo te digo, mujer, que no se pierd… si fue de hermoso amor, ninguna au… Como ahora has de quedar; no en ot…
¿Habrá algo más hermoso que quedar… Sólo el pájaro sabe de esta gracia y el horizonte aquel que de la luz… sin dolor, con un leve marcharse a… al calendario triste que siempre d…
Viene del paraíso un pájaro sin cuerpo llora vaho vive cilicio
No sé de dónde venía, ni nada me sostenía. En sólo huir me entendía. ¿De un orto que no era un orto, yo
¿Qué importa cuanto no es azul o r… pequeño violeta o rojo suave? ¡Ay, lo que pasará, tal vuelo de a… conmueve la mirada más ansiosa; lo que no volverá!... Tan nimia co…
El soneto es tan ágil como un brin… brinco de corazón o catarata despeñada en un tiempo que delata el deseo del curso hacia un ahínco de no ser y de estar. En él afinco…
1. Tiempo-caricia El dolor de una piedra aún más hondo que un sueño quejido de unos siglos
Esa nube fue y se fue. ¡Qué limpio ha dejado el aire la pureza de ese ser que existió para negarse!
¿Dónde está la voz del aire? Tú la escuchas. Es silencio. Sus palabras son las nubes, la luz y el viento sus verbos.
Aquí, sí, pulcritud de pulcritudes… perfil al vuelo afin, nivel de ard… estás, oh mariposa que divides cielos de nieve y rosas de laúdes. Oh cuán lírica maga de altitudes
El pañuelo; te hallabas en un fond… donde el trajín y un ruido de biel… y corales, delfines, algas y azucenas, acacias, te incorporaban… No, adiós no le decías
El soneto es tan ágil como un brin… nadadora de noches perfumadas; aquí, tu voz, tu risa, tus miradas… esta rama de amor tejen espesa. Desde el pálido gris a la frambues…
Solitario campo. Me encuentro conmigo. Soy mi descampado. Solitario cielo. Me encuentro conmigo.
¿Quién ha escrito en tu frente esa… frases tan misteriosas, tan oscura… Fronteras para el nácar, nervadura… de ónice en unos cielos aurorales. ¿Qué dicen, qué dirán esas geniale…
Mirar, pero no ver, colocar otros ojos, quizá los de aquel niño que viejísimo mira. Unos ojos perdidos