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Celos y muerte de Booz

Y sólo sé que no soy yo,
El durmiente que sueña un cedro Huguiano, lo que sueñas,
Y pues que he nacido de muerte natural, desesperado,
Paso ya, frenesí tardío, tardía voz sin ton ni son.
 
Me miro con tus ojos y me veo alejarme,
Y separar las aguas del Mar Rojo de nuestros cuerpos mal fundidos
Para la huida infame,
Y sufro que me tiñe de azules la distancia,
Y quisiera gritarme desde tu boca: “No te vayas.”
 
Destrencemos los dedos y sus promesas no cumplidas.
Te cambio por tu sombra y te dejo como sin pies sin ella
Y no podrás correr al amor de tu edad que he suplantado.
Te cambio por tu sueño para irme a dormir con el cadáver leal de tu alegría.
Te cedo mi lámpara vieja por la tuya de luz de plata virgen
Para desear frustradas canciones inaudibles.
 
Ya me hundo a buscarme en un te amé que quiso ser te amo,
Donde se desenrolla un caracol atónito al descubrir el fondo salobre de sus ecos,
Y los confesonarios desenredan mis arrepentimientos mentirosos.
Ya me voy con mi muerte de música a otra parte.
Ya no me vivo en ti. Mi noche es alta y mía.
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