Una hoja no tan blanca en una esquina algo remota,
un lápiz con mal tajado, pero inspiración de sobra.
Ilusiones tan grandes, la vista puesta en otras cosas,
par de borrones bien marcados, arrugas en toda la hoja.
Unos deseos tan sensatos en esas épocas tranquilas,
seguro un día relajado, domingo pelis en taquilla.
Donde el Malibú corría y las riendas se soltaban,
cantando himnos a pulmón como si dolor habría.
Unifico este momento con una carta a mi mismo,
sin perder nunca el respeto, me halago como principio,
puede que sean 3 años, días de cole tan distintos,
el grafito resaltado me deja atónito y perdido.
Únicamente hablo de acciones fuertes de superación,
la luna era grande ese año, abusando sin razón,
tantos trayectos en el tren para verte entre noches.
Tiempos ya sin odio alguno, pero dignos de corazón.
Uno mismo determina que tanta azúcar hay en vida,
mas llevarla a ser un parque distorsiona el momento,
no es lo mismo declararse y tener claro un movimiento
a declarar ser solo un joven y de tan débil sentimiento.
Uniforme siempre ha sido en sí mi comportamiento,
a veces con cara de odio, pero extrovertido siento.
Bastó que alguien se de cuenta que tan torpe para esto,
y ese mismo alejamiento me choca hasta estos tiempos.
Unas ganas tan grandes de escaparme en esta hoja,
acompañan unas quejas e incumplimientos olvidados,
he superado algunas tantas, mas existe deuda alguna,
considero relevantes los finales del recado.
“Usa bien lo que tienes”. Ahora pregunto qué es eso,
será mi hábito de cagarla justo en el último momento,
no me escapé, caí en toxicidades, mentiras y deseos,
pero crecí y le respondo a mi estimado compañero.
Úlceras morales de tantos días tan vacíos, entiéndeme.
Sin alguien que aprecie todos mis movimientos, capta.
Ahora escribo, he superado tantos miedos, reflexiona.
Perder una simple batalla no significa el fin del juego.
GFRC