Pesa la hoja en blanco, pesa la ortografía, el viaje que inicia desde los adentros y que se escapan por los ojos, atraviesan entonces, los cristales de mis lentes y se ven proyectadas mis letras en la pantalla por el estímulo de mi cerebro a mis pulgares, que escriben que estoy escribiendo.
Quiero decir que quiero decir algo, la apuesta es compleja, quizá una especie de terapia psicoanalítica en la cual pueda leerse mi sentir entre líneas.
Pesadez podría ser el título de este texto que se escapa sin adornos ni detalles, sin más parafernalia que la desnudez virtual y el 10% de batería.
No hay befas, ni clamor, solo son sentimientos conectados a Internet, puestos en las pupilas de desconocidos, de ociosos hartos de Twitter y de Facebook.
Hace calor, quítate la chamarra.