Gravedad
¡Qué gravedad!
Usted no se ha ido y yo ya lo extraño…
Paso por la esquina en la que esperamos el bus
y me agujereo por dentro…
¡Qué gravedad Doctor!
Sentir tantas cosas y tan hermosas,
y verlo tan lejos,
tan lejos incluso del amigo.
Todas las sentencias
que dicté en anteriores escritos
siguen siendo ciertas…
Usted puede mirarme feo,
me puede hacer muecas,
sacarme la lengua,
se puede pasear por el frente mío e ignorarme,
sin que con eso logre que lo degrade a sapo.
Es más, puede ser todo lo sapo que quiera
y yo voy a seguirlo amando.
¿Qué más puedo hacer?
Yo lo inventé,
yo fabriqué este amor con todo y los miedos
¿Cómo lo desarmo?
Si ni su indiferencia lo ha aplastado
¿Con qué argumento podría yo?
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