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Soneto

La grave enfermedad que en Silvia vía
lloraba triste su pastor Silvano,
cuando, mirando en la siniestra mano,
le vio un agudo hierro que tenía,
 
así diciendo: «De la furia mía
guárdese todo corazón humano».
¿Y qué hará con gesto alegre y sano
la que doliente y tal esto hacía?
 
Mostró que, pues peligro descubierto
tan claro desengaña al que le viere,
huyan todos la muerte conocida,
 
porque el daño mayor está encubierto,
que el triste que a quererla se atreviere
harto más aventura que la vida.
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