No me interesa despertar el amor de alguien, para que querría hacer tremenda estupidez, sólo digo lo que quieren escuchar mientras obtengo lo que mi Eros adicto reclama; después me gusta que se vayan, sé como espantarlas con su ego inflado como un globo lleno de helio a la distancia de un alfiler que lo estalle, que al estallar, cae hecho pedazos, amorfo, pero que estalle lejos, bien lejos, no vaya ser que me salpique la estupidez del amor.