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Historia de un Estudiante

Psicopoeta

¿Acaso necesitaba una oportunidad?- me preguntaba a mi mismo sin saber con exactitud la respuesta, ella, con su cabello hasta la cintura y su sonrisa iluminadora de horizontes estaba sentada en frente de mi, y no era consiente de lo mucho que me cambiaba la vida al verla, era como encender una antorcha en medio de la nieve.
Yo... un simple idiota rendido con un suspiro cerraba mis manos pensando en lo mucho que la deseaba pero, pensando aún más en el hecho de que no era capaz de hablarle...
Ana, su nombre, que en mi boca al retenerlo por un instante sentía un sabor a menta fresca, jamás nadie me podrá quitar las tantas veces que nuestras miradas se cruzaban, ella a veces sonreía y yo que siempre había sido tímido mi cabeza agachaba. Una tarde llovía y ya estaba acabando la clase, era el último año, en 3 meses terminábamos ese ciclo.
Ana iba saliendo y yo sentí un impulso, algo dentro de mi se quebró, no pude contenerme, ese algo se quebró al tiempo en que el granizo caía sobre el tejado de la escuela, ya el salón estaba solo y yo apretaba su mano con fuerza, su mirada se pozo con preocupación sobre mi rostro y pude ver como Ana paso saliva mientras su mano nerviosa acomodaba su cabello por detrás de su oído derecho; siempre te he observado– le dije – ella se repuso y soltando su mano me dijo–  que es lo que quieres.
Un momento incomodo se presentó ya que no sabia que responder y nuestras miradas jugaron a hablar, luego de dos minutos de mirarnos se mordía la boca, me acerqué lentamente y nos comenzamos a besar, el ritmo del beso era exquisito, sentía un par de jadeos al besar y morder su mejilla, después se hacían mas fuertes al besar su cuello, Ana, estaba sujetando mi espalda y cabeza hacia ella y yo me sentia inspirado estaba en medio de un acto sexual sorprendente con el toque de inesperado y la lluvia de fondo, sus pequeñas manos fueron mu hábiles para quitarme mi camisa a comparación de las mías que trataban de contener las ganas y presentaban movimientos torpes, estaba observando su brasier, hice una pausa y me quede mirando sus senos para después verlos totalmente en su desnudes, era hermosa, su belleza me dejo sin aliento, tomo mis dos manos y las deslizo desde su cuello hasta sus senos, con una voz suave me dijo– tócalos, siéntelos, están calientes.
mis manos se movían en círculos adorando tal perfección y una vez probado su aroma natural, una vez mi boca sintió la calidez de su figura procedí a bajarle la falda, preciosa escultura, su sonrisa me iluminaba en aquel instante, todo era perfecto, la lluvia se calmo en ese momento y no estaba tan ruidosa, la acomode encima del escritorio del profesor y descansando mi mirada en sus ojos penetre su cuerpo y vi la dicha en su expresión, era un mundo mágico, no quería que se acabara, sus jadeos, su movimiento y la forma en que sus manos pegaban mi cintura hacia su intimidad me hacían arder en pasión, sentía el sudor caer de mi frente a su pecho y mis piernas temblar de cansancio, aún así no me detenía, la vida era perfecta, yo un bobo, un idiota con un par de poemas memorizados estaba escuchando los gemidos fuertes de la mujer que había observado durante dos años en silencio... Ana ya era historia.

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