Nos la encontramos mi hermano y yo volviendo, un mediodía, del colegio por la callejilla. Era en agosto—¡aquel cielo azul Prusia, negro casi, Platero!—y para que no pasáramos tanto calo...

Siempre, después, qué contento cuando me quedo conmigo. Lo que iba a ser mi minuto, es, corazón, mi infinito.

—No era nadie. El agua. —¿Nadie? ¿Que no es nadie el agua? —No hay nadie. Es la flor.

¡Qué miedo el azul del cielo! ¡Negro! ¡Negro de día en agosto! ¡Qué miedo! ¡Qué espanto en la siesta ardiente…

¡Su desnudez y el mar! Ya están, plenos, lo igual con lo igual. La esperaba, desde siglos el agua,

Yo sé que cuando me vaya con el alma he de volver a esta tierra en que hoy espero. Que no quiero con el alma —porque el alma está en su sitio—,

Todas la rosas blancas de la luna… por la ventana abierta, en el cuer… Mirando aquellas carnes blandas qu… hundido entre mis sueños, yo estab… ¡Oh su sexo con luna! ¡Esencia in…

Las nubes y los árboles se funden y el sol les trasparenta su honda… Tan grande es la armonía del abraz… que la quiere gozar también el mar… el mar que está tan lejos, que se…

Siempre, después, qué contento cuando me quedo conmigo. Lo que iba a ser mi minuto, es, corazón, mi infinito.

Un momento, Platero, vengo a estar con tu muerte. No he vivido. Nada ha pasado. Estás vivo y yo contigo... Vengo solo. Ya los niños y las niñas son hombres y mujeres. La ruina acabó su ...

Los niños han ido con Platero al arroyo de los chopos, y ahora lo traen trotando, entre juegos sin razón y risas desproporcionadas, todo cargado de flores amarillas. Allá abajo les ha l...

¡Qué hueco tan robado el de este vano cielo que nada al alma pone, ni nada quita al cuerpo!

Al amanecer, el mundo me besa en tu boca, mujer.

Mientras que yo te beso, su rumor nos da el árbol que mece al sol de… que el sol le da al huir, fugaz te… del árbol que es el árbol de mi am… No es fulgor, no es ardor, y no es…

No hay sol; el cielo de invierno es de bruma y nubes blancas; sólo hay un raso celeste sobre la saraucarias. La avenida abre su sueño