Hasta el Monte del Destino.
Nos miramos a los ojos,
y es el final de este camino.
Pelos rubios en mi cama,
gotas de sal cubren mi cara,
ayer fue tan perfecto
que hoy el mundo es un solar.
Fuimos nuestra burbuja
hasta el último segundo,
como si no pasara el tiempo,
como un gol en el descuento.
En el mismo rincón,
que ayer abrazó nuestro adiós,
escribo sobre dos perdedores
sin motivos para pedir perdón.
Y aunque me hubiera ido contigo,
hasta el Monte del Destino,
nos miramos a los ojos,
y es el final de este camino.
Nunca más anochecer en la frontera,
nunca más batidos entre palmeras,
nunca más adivinar culpables,
nunca más dos en los asientos de adelante.
Súbete una vez más a ese bordillo,
voy a darte un abrazo...
...para que lleves siempre contigo,
y en las noches frías, sientas mi abrigo.
Hasta aquí la historia de esos dos perdedores, en una (no)batalla que nunca olvidarán.
