Humanoides
Estamos sentados en la mesa del mundo,
y en ella jugamos a las mentiras y las apariencias,
en este juego gana quien sabe disfrazarse mejor.
A decir verdad, parece que lo que se gana
es algo muy valioso,
solo para quienes estén dentro por supuesto,
se trata de una ilusión extra,
una en verdad especial porque es colectiva,
es el conjunto de ideas
que puedes llegar a generar en otros,
una canasta rebosante de percepciones favorables,
la aceptación de la manada extraña con la que jugamos.
Pero eso quizá, no sea más que la superficie del fenómeno,
el verdadero premio es lo que subyace
a la maraña de palabras y rituales aburridos,
en el fondo queremos que nos entreguen
las llaves para acceder de inmediato,
a los privilegios y bondades de la materia del planeta,
materia procesada en fábricas oscuras
que huelen a muerte y grasa.
Es un gran consuelo diría yo,
hacer todo esto de distraerse
con el éxito y la autorrealización,
hacer lo que hemos creído que debemos hacer,
porque es relativamente más reconfortante,
que descubrir cuan insignificantes somos
en esta obligatoria existencia,
que nos gira y nos pudre hasta consumirnos
lentamente en la soledad del vacío.
