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Soneto

A la Capilla del Pilar de Zaragoza

  Estos que levantó de mármol duro
sacros altares la ciudad famosa,
a quien del Ebro la corriente undosa
baña los campos y el soberbio muro,
 
  serán asombro en el girar futuro
de los siglos: basílica dichosa
donde el Señor en majestad reposa,
y el culto admite reverente y puro.
 
  Don que la fe dictó, y erige eterno
religiosa nación a la divina
Madre, que adora en simulacro santo.
 
  Por él, vencido el odio del Averno,
gloria inmortal el cielo la destina,
que tan alta piedad merece tanto.

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