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luis barreda

El Sabio de La Chacra

El Sabio de la Chacra
 
Bajo el cielo uruguayo,
donde el viento canta su canción,
vivió un hombre sencillo y callado,
con la tierra como corazón.
 
Pepe no buscaba riquezas ni oro,
su tesoro era el trigo y el pan,
en una casita sin lujos,
junto al campo, su eterno hogar.
 
Con un perro, una carreta,
y un jardín que florece en paz,
miraba el mundo desde la quietud,
sin prisa, sin más que andar.
 
“La vida no es lo que acumulas”,
decía con voz de horizonte abierto,
“es el tiempo que das a los otros,
y el amor que siembras en el huerto”.
 
Vistió trajes sin corbatas,
manchados de sudor y sol,
gobernó sin palacios altivos,
con las manos llenas de labor.
 
Donó su sueldo a los pobres,
porque el oro no le hacía  falta,
prefirió ver niños que ríen
que una bóveda mal sellada.
 
Criticó las luces vacías
del consumo que ahoga la razón:
“¿De qué sirve tanta cosa
si perdemos nuestra ilusión?”.
 
Vivió lento, pensó claro,
como el río que busca el mar,
no temió a las noches frías,
ni al mundo que quiere comprar.
 
En su vejez, siguió plantando
semillas de humilde verdad:
“Ser libre es no tener miedo
a vivir con sinceridad”.
 
No fue un santo, fue un hombre
que eligió caminar ligero,
llevando el peso de las estrellas,
pero nunca el del dinero.
 
Pepe Mujica, filósofo abuelo,
con la tierra siempre en la piel,
nos enseñó que la pobreza
no está en no tener, sino en no ver.
 
Ver el vuelo de un colibrí,
la amistad que no pide más,
y entender que la vida austera
es quizás la mejor libertad.
 
Dejó la política un día,
pero siguió, tras el surco,
gritando al mundo que la dicha
no se vende... ¡se lleva adentro!
 
Y aunque el tiempo borre nombres,
su legado es un faro en la niebla:
vivir con menos para ser más,
y encontrar la paz en la tierra nuestra.
 
—Luis Barreda/LAB

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