En las tardes cada vez que puedo duermo un par de horas. Pero por las noches me cuesta más, doy mil vueltas en la cama, me levanto, me vuelvo a acostar, escucho música o tomo algun que otro mate acompañado de largas charlas con mi hermano o mi mamá. Y cuando me acuesto nuevamente no duró ni 5 minutos que los recuerdos de alguien que puedo llegar a extrañar e ideas se me empiezan a cruzar, busco un cuaderno o cualquier papel y las anoto para que no se me escapen, ahí dejó volar mi imaginación y lo ficticio se apodera de mi cabeza creando momentos o sueños que quiero concretar. Así soñando despierta voy perdiendo las ganas de “dormir para soñar”, y convierto las horas que puedo dormir solo para descansar porque mi cabeza no deja de trabajar.
Las noches van pasando y me voy dando cuenta que no paro ni un segundo, que mi cabeza es creadora de grandes escritos, relaciones o proyectos pero que si no la cuido todo pierde sentido y se derrumba. Es por eso que aprovecho a dormir por las tardes cada vez que puedo para recuperar esas energias que le pongo a lo que quiero lograr.
¿Mi conclusión?
¡No duermo de noche porque sueño despierta y cada vez que puedo duermo para descansar la mente que no para de trabajar!