Qué noche extraña, ¿no crees, camarada?
El viento huele a tierra recién mojada.
Es sangre antigua, la que el suelo guarda,
y esta ciudad... ya no quiere nada.
¿Vienes seguido por esta vereda?
Solo cuando alguien pierde su estrella.
Me inquieta el modo en que tu sombra juega.
Mi sombra solo baila si la tuya se queda.
Tus ojos tienen algo de tormenta.
Es la calma... justo antes de la puerta.
¿Qué puerta?
La que se abre cuando muere la alerta.
La que nunca se cruza si el alma está despierta.
Hablas extraño. ¿Es un juego, acaso?
No hay juego, solo un lento y frío abrazo.
¿Abrazo de qué?
De filo. De ocaso.
Del beso final... del último paso.
Y el silencio fue el huésped que quedó al final.
Solo una figura se alejó... sin mirar atrás.