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La Poesía

Por Alfredo Jiménez G.

En el despertar del hombre, hubo una remota fecha, cuando aún no se había inventado el lenguaje, que los habitantes desbordaron sus emociones con la rudimentaria música que les dictaba el palpitar de los corazones. Encontraron alivio a sus dudas y angustias en ello. Más tarde, sustituyeron sus interjecciones y onomatopeyas con palabras artículadas. La Poesía es tan antigua como la razón humana, nació antes que los idiomas, junto con la música. En algún lugar de la mente se encuentra esa frontera entre canto y palabra.

El Poeta y Ensayista Octavio Paz, se ocupó mucho del tema, comprometido con el lenguaje, nos dejó muchos libros y poemas al respecto. Es imprescindible y memorable su tratado sobre el fenómeno poético titulado “El Arco y la Lira”, título que en sí mismo es una metáfora que evoca los utensilios básicos del hombre para asegurar su subsistencia. Las ideas fundamentales del libro las vierte en este bello poema. La Poesía, espíritu sin forma que le da al autor y al lector todas las formas. Es imposible librarse de ella, porque vive en nosotros, seres llenos de pasión. Por mucho que sea superflua la existencia, aún en el humilde iletrado que trabaja duro por su supervivencia, existe la necesidad de Poesía, por muy banales que sean los versos que tararea o rememora, allí se encuentran vestigios de esa sustancia primordial.

El autor vive con intensidad ese fenómeno poético, no tiene miedo en expresarlo con abrumadora claridad. Cuando escribe un poema, es el primer hombre sobre la tierra, desnudo, plantado con valentía sobre la “roca del silencio” para nombrarlo todo por primera vez. En palabras de Paz, la Poesía “es un salto mortal o no es nada”, siempre se arriesgó, siempre lo coronó el éxito con sus audacias de acróbata verbal, a veces hasta irreverente con las “buenas costumbres del idioma”. Existió Octavio Paz, sin duda, era Poeta más que otra cosa; su prosa era tan bella, porque la escribía con pluma de bardo. Las multitudes se fijan más en sus ensayos, hay un temor generalizado a sus poemas, pero cuando el intrépido se asoma a sus versos, descubre mundos. “Se es Poeta gracias al Poema”, apunta Paz en su tratado y en este poema. También nos da cuenta aquí del poderío de la palabra: matamos lo que amamos (Wilde y Rosario Castellanos) y lo resucitamos después. La Poesía, ese sueño que soñamos y nos sueña; que habita en nosotros, que nos descubre y descubrimos. “Madre Nuestra”. Con los ojos ungidos de su aceite primigenio, miraremos su verdadera faz y entonces, nos conoceremos.

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