Ansias
De verte,
de quererte,
de mojarme
dentro de ti.
Ansias
de que estés
eternamente
a mi lado,
de que me desees,
de que me ames.
El calor fue medido
grado a grado
en mi piel de mercurio,
y se tornó en carmesí.
Un caracol se arrastró
una y otra vez,
dentro y fuera,
hasta que deslizaba
dentro de la concha
uno y otra vez.
Terciopelo suave
como el alambre de púa
enroscado entre los lirios
floridos de azucenas
amarillentas,
resplandeciente
de oscuridad,
húmedo
y seco en la claridad.
Que decir de todo esto
si no hay forma de
recrear lo nuestro.
Ansias
de lo imposible,
de dar todo
a cambio de nada.
Arriesgar
la seguridad,
el qué dirán,
el orgullo,
la comodidad,
la vida misma.
El miedo maldito
que carcome
abusivamente
la oportunidad
de abrazarte.
Frío.
Las miradas
retorcidas,
arqueadas,
patíbulo
cuyo muro
de fusilamiento
se tornó en un tribunal.
Arranco pal’ carajo
esos ojos que todo
lo juzgan
que pone en tela
de juicio
mis sentimientos,
mi amor hacia ti.
Que me pateen,
que me torturen,
que me humillen,
que me escupan
con la más asquerosa
saliva que se tambalea
en los pechos
sin corazones.
Nada podrá
oponerse
a esas ansias
de vivir muy dentro
de ti,
de tu piel,
de cada una
de tus células,
absolutamente
nada
será una
barrera,
excepto
tú.
