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Llegando de esta ausencia

Salve, Fénix, honor de esta ribera,
bien que afrenta del sol, salve, pastora,
que haciendo pobre a la rosada aurora
enriqueces la fértil primavera.
 
Salve, serena luz que reverbera
cuando el nublado Acuario triste llora,
y cuando el Aries sus guedejas dora
haces piedras ceniza y bronces cera.
 
Salve, y perdona la tardanza mía,
perdona el tiempo que he vivido ausente,
si es que ausente de ti vivir podría,
 
aunque sólo pensando estar presente
el alma –como en premio a su porfía
vive en ti cuando en mí morir se siente.

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