#EscritoresEspañoles #Generación27
No hay que llorarte, Melero. Fuera llantos. Lo que quiero es patear, gritar que está muy mal hecho —¡no hay derecho, no hay derecho!—
¡Oh terso claroscuro del durmiente… Derribadas las lindes, fluyó el su… Sólo el espacio. Luz y sombra, dos ciervas velocísi… huyen hacia la fontana de aguas fr…
Me embriago de aromas. Qué delici… campo recién llovido castellano. Qué embriaguez, tocar, tocar...: m… febrilmente las cosas acaricia. No se sacia la vista que se envici…
Ay, fuente de las lágrimas, ay, campos de Alfacar, tierras de… El viento de la noche, ¿por qué os lleva la arena, y no l… ¿por qué entrecorta el agua cual m…
Madrid es una ciudad de más de un… A veces en la noche yo me revuelvo… y paso largas horas oyendo gemir a… Y paso largas horas gimiendo como… Y paso largas horas preguntándole…
La mosca se rasca la testa La coge una basca se acuesta de lado y da un revoleo (cansado). Se rasca y se atasca
Qué hermosa eres, libertad. No ha… que te contraste. ¿Qué? Dadme tor… Más brilla y en más puro firmament… libertad en tormento acrisolada. ¿Que no grite? ¿Mordaza hay prepa…
La veleta, la cigarra. Pero el molino, la hormiga. Muele… Trenza, veleta, poesía. Lo que Marta laboraba se lo soñaba María.
Por las praderas hondas, avizor y azoradas —oh ciervas en huída— las ideas se escapan con tan ligeros pies,
Sí: tú me buscas. A veces en la noche yo te siento a… que me acechas, que me quieres palpar, y el alma se me agita con el terro…
La puerta, franca. Vino queda y suave. Ni materia ni espíritu. Traía una ligera inclinación de nave y una luz matinal de claro día.
¡Oh, blancura! ¿Quién puso en nue… de frenéticas bestias abismales este claror de luces siderales estas nieves, con sueño enardecida… ¡Oh dulces bestezuelas perseguidas…
¡Cuán cerca todavía de las manos de Dios! ¿Sentís su… rugir entre los cedros del Levante… ¿Hay en vuestras pupilas rabos de… vedijitas, aún, incandescentes,
¿Qué me quiere tu mano? ¿Qué deseas de mí, dime, árbol mío… ...Te impulsaba la brisa: pero el… era tuyo, era tuyo. Como el niño, cuajado de ternura
¿Adónde va esa mujer, arrastrándose por la acera, ahora que ya es casi de noche, con la alcuza en la mano? Acercaos: no nos ve.