#1988 #EscritoresUruguayos #VientosDelExilio
Hallaré a tantos como se proponga la piel de mis quimeras hallaré los presagios de los jóven… los años ya sin fondo de mi madre
Amanecer sabroso / medio día y fer… noche de armas y ramas ruinas de las que surgen aves conf… descalzos que vindican / ganan gle… las ochocientas mil hectáreas del…
El hecho de ser la única mujer entre seis hermanos me había mantenido siempre en un casillero especial de la familia. Mis hermanos me tenían (todavía me tienen) afecto, pero se ponían b...
Enhorabuena como quien dice barrio y universo o etrusco y habanero u optimismos en rústica que saben el color de sus razones
Bajé al mercado y traje tomates diarios aguacero endivias y envidias gambas grupas y amenes
A las diez de la mañana el Jefe de Redacción lo había llamado a su despacho y él captó de inmediato que el gesto era severo. Gilardi, voy a encargarle una nota importante, espero que no...
Y está tu corazón próximo prójimo hermano a borbotones ensimismado dócil triste exangüe con terribles secretos en tu fondo
La calumnia como hiroshima de bols… el desierto como adversario unánim… el silencio como razón de estado la hipocresía como recoveco de la… el desamor como metáfora de fuego
Ahora que este siglo uno cualquiera se deshilacha se despoja de sus embustes más canallas de sus presagios más obscenos
La calle brilla para la ocasión llueve sobre mis nervios bienvenid… el aguacero me repara no sé qué lava en mí tal vez siluetas o intenciones
Tampoco hay que hacer un mito de l… faja blanquecina dice el larousse debida a multitud innumerable (sic… después de todo es un techo interi… todo lo vistoso que se quiera
Extrae conejitos de una sota de ba… improvisa palomas desde su manga a… introduce a su núbil compañera con frágiles tetitas y amplias gar… en baúl carmesí que tiene sus otoñ…
Hoy me despierto tosco y solitario no tengo a nadie para dar mi queja… nadie a quien echar mis culpas de… sé que hoy me van a cerrar todas l… que no llegará cierta carta que es…
Alguien limpia la celda de la tortura que no quede la sangre ni la amargura alguien pone en los muros
—Usted no es mallorquín, ¿verdad?—dice la adolescente desde la mesa vecina. —¿Cómo? ¿Qué?—se sobresalta Quiñones y casi se atora con el jerez seco. —¿Lo asusté?—La muchacha no p...