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Hacia Roma caminan dos pelegrinos, a que los case el Papa, mamita, porque son primos,
El canto quiere ser luz. En lo oscuro el canto tiene hilos de fósforo y luna. La luz no sabe qué quiere. En sus límites de ópalo,
Desde mi cuarto oigo el surtidor. Un dedo de la parra y un rayo de sol. Señalan hacia el sitio
En las torres amarillas, doblan las campanas. Sobre los vientos amarillos,
De los cuatro muleros que van al campo, el de la mula torda, moreno y alto. De los cuatro muleros
Caña de voz y gesto, una vez y otra vez tiembla sin esperanza en el aire de ayer. La niña suspirando
El grito deja en el viento una sombra de ciprés. (Dejadme en este campo, llorando). Todo se ha roto en el mundo.
Blanca tortuga, luna dormida, ¡qué lentamente caminas! Cerrando un párpado
Me han traído una caracola. Dentro le canta un mar de mapa. Mi corazón se llena de agua
La piedra es una frente donde los… sin tener agua curva ni cipreses h… La piedra es una espalda para llev… con árboles de lágrimas y cintas y… Yo he visto lluvias grises hacia l…
Los arqueros oscuros a Sevilla se acercan. Guadalquivir abierto. Anchos sombreros grises, largas capas lentas.
Cirio, candil, farol y luciérnaga. La constelación de la saeta. Ventanitas de oro
¿Qué es aquello que reluce por los altos corredores? Cierra la puerta, hijo mío, acaban de dar las once. En mis ojos, sin querer,
Salen los niños alegres De la escuela, Poniendo en el aire tibio Del abril, canciones tiernas. ¡Que alegría tiene el hondo