(criada)
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Niño. ¡Que te vas a caer al río! En lo hondo hay una rosa y en la rosa hay otro río. ¡Mira aquel pájaro! ¡Mira
El remanso del aire bajo la rama del eco. El remanso del agua bajo fronda de luceros. El remanso de tu boca
La niña va por mi frente. ¡Oh, qué antiguo sentimiento! ¿De qué me sirve, pregunto, la tinta, el papel y el verso? Carne tuya me parece,
Hinojo, serpiente y junco. Aroma, rastro y penumbra. Aire, tierra y soledad. (La escala llega a la luna.)
Las gentes iban y el otoño venía. Las gentes iban a lo verde. Llevaban gallos
No te conoce el toro ni la higuera… ni caballos ni hormigas de tu casa… No te conoce el niño ni la tarde porque te has muerto para siempre. No te conoce el lomo de la piedra,
Se ven desde las barandas, por el monte, monte, monte, mulos y sombras de mulos cargados de girasoles. Sus ojos en las umbrías
Cantan los niños En la noche quieta: ¡Arroyo claro, Fuente serena! LOS NIÑOS
Aquellos ojos míos de mil novecien… no vieron enterrar a los muertos, ni la feria de ceniza del que llor… ni el corazón que tiembla arrincon… Aquellos ojos míos de mil novecien…
Crótalo. Crótalo. Crótalo. Escarabajo sonoro. En la araña
Entre mariposas negras va una muchacha morena junto a una blanca serpiente de niebla. Tierra de luz,
Hacia Roma caminan dos pelegrinos, a que los case el Papa, mamita, porque son primos,
El corazón, Que tenía en la escuela Donde estuvo pintada La cartilla primera, ¿Está en ti,
¡Que no quiero verla! Dile a la luna que venga, que no quiero ver la sangre de Ignacio sobre la arena. ¡Que no quiero verla!
La muchacha dorada se bañaba en el agua y el agua se doraba. Las algas y las ramas en sombra la asombraban