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Era un suspiro lánguido y sonoro la voz del mar aquella tarde... El… no queriendo morir, con garras de… de los acantilados se prendía. Pero su seno el mar alzó potente,
Arriba el agua abajo el bosque el viento por los caminos Quietud del pozo El cubo es negro El agua firme
Yo, poeta decadente, español del siglo veinte, que los toros he elogiado, y cantado las golfas y el aguardiente...,
No se callaba la fuente, no se callaba... Reía, saltaba, charlaba... Y nadie sabía
El hada pequeñita de las piedras preciosas que vive en un coral busca al gnomo que habita la corteza rugosa
En tu boca roja y fresca beso, y mi sed no se apaga, que en cada beso quisiera beber entera tu alma. Me he enamorado de ti
No tienes quien te bese tus labios de grana, Ni quien tu cintura elástica estre… dice tu mirada. No tienes quien hunda
Del color del lirio tiene Gerinel… dos grandes ojeras; del color del lirio, que dicen loc… de amor de la reina. Al llegar la tarde,
Sombras del día blanco contra mis ojos. Yo no veo nada sino lo blanco: la hora en blanco, el alma desatada del ansia y de la hora.
En sueños te conocí, y, del amor peregrino, he adivinado el camino para llegar hasta ti. Tras de aquel sueño corrí
El ciego sol se estrella en las duras aristas de las armas, llaga de luz los petos y espaldare… y flamea en las puntas de las lanz… El ciego sol, la sed y la fatiga.
“José Antonio, ¡Maestro!... ¿En… en qué sol, en qué estrella peregr… montas la guardia? Cuando a la div… bóveda miro, tu respuesta espero. Toda belleza fue tu vida clara.
En el parque, yo solo... Han cerrado y, olvidado en el parque viejo, solo me han dejado.
Ya están ambos a diestra del Padr… los dos santos varones, el chantre… el Grant Santo Domingo de Silos… y el Maestre Gonzalo de Berceo no… Yo veo al Santo como en la sabida…
Frutales cargados. Dorados trigales... Cristales