A José F. Montesinos
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Quiero bajar al pozo quiero subir los muros de Granada para mirar el corazón pasado por el punzón oscuro de las aguas. El niño herido gemía
Esquilones de plata Llevan los bueyes. —¿Dónde vas, niña mía, De sol y nieve? —Voy a las margaritas
¿Qué es aquello que reluce por los altos corredores? Cierra la puerta, hijo mío, acaban de dar las once. En mis ojos, sin querer,
El lagarto está llorando. La lagarta está llorando. El lagarto y la lagarta con delantalitos blancos. Han perdido sin querer
Crótalo. Crótalo. Crótalo. Escarabajo sonoro. En la araña
Tierra Las niñas de la brisa van con sus largas colas. Cielo Los mancebos del aire
La muerte entra y sale de la taberna. Pasan caballos negros y gente siniestra
Vi en tus ojos dos arbolitos locos. De brisa, de brisa y de oro. Se meneaban. No quise.
El mariquita se peina en su peinador de seda. Los vecinos se sonríen en sus ventanas postreras. El mariquita organiza
El niño busca su voz. (La tenía el rey de los grillos.) En una gota de agua buscaba su voz el niño. No la quiero para hablar;
Si tu madre quiere un rey, la baraja tiene cuatro: rey de oros, rey de copas, rey de espadas, rey de bastos. Corre que te pillo,
Abejaruco. En tus árboles oscuros. Noche de cielo balbuciente y aire tartamudo. Tres borrachos eternizan
Tierra seca, tierra quieta de noches inmensas. (Viento en el olivar,
Amanecía en el naranjel. Abejitas de oro buscaban la miel. ¿Dónde estará
Campanas de Córdoba en la madrugada. Campanas de amanecer en Granada. Os sienten todas las muchachas