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El mar sonríe a lo lejos. Dientes de espuma, labios de cielo. ¿Qué vendes, oh joven turbia
Yo decía: “Tarde” Pero no era así. La tarde era otra cosa que ya se había marchado. (Y la luz encogía
Dicen que tienes cara (balalín) de luna llena. (balalán.) Cuántas campanas ¿oyes?
La mano crispada como una Medusa ciega el ojo doliente del candil. As de bastos.
Suben por la calle los cuatro galanes. Ay, ay, ay, ay. Por la calle abajo van los tres galanes.
En la torre amarilla, dobla una campana. Sobre el viento amarillo,
Los arqueros oscuros a Sevilla se acercan. Guadalquivir abierto. Anchos sombreros grises, largas capas lentas.
Se quedaron solos: aguardaban la velocidad de las últ… Se quedaron solas: esperaban la muerte de un niño en… Se quedaron solos y solas
Cien jinetes enlutados, ¿dónde irán, por el cielo yacente del naranjal? Ni a Córdoba ni a Sevilla
Yo me alivié a un pino verde por ver si la divisaba, y sólo divisé el polvo del coche que la llevaba. Anda jaleo, jaleo:
Esquilones de plata Llevan los bueyes. —¿Dónde vas, niña mía, De sol y nieve? —Voy a las margaritas
Dulce chopo, Dulce chopo, Te has puesto De oro. Ayer estabas verde,
Tú querías que yo te dijera el secreto de la primavera. Y yo soy para el secreto lo mismo que es el abeto. Árbol cuyos mil deditos
La muerte entra y sale de la taberna. Pasan caballos negros y gente siniestra
La noche quieta siempre. El día va y viene. La noche muerta y alta. El día con un ala. La noche sobre espejos