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Entre italiano y flamenco, ¿cómo cantaría aquel Silverio? La densa miel de Italia
Muerto se quedó en la calle con un puñal en el pecho. No lo conocía nadie. ¡Cómo temblaba el farol! Madre.
Amanecía en el naranjel. Abejitas de oro buscaban la miel. ¿Dónde estará
Ni tú ni yo estamos en disposición de encontrarnos. Tú... por lo que ya sabes. ¡Yo la he querido tanto!
La guitarra, hace llorar a los sueños. El sollozo de las almas perdidas, se escapa por su boca
Narciso. Tu olor. Y el fondo del río. Quiero quedarme a tu vera. Flor del amor.
No te conoce el toro ni la higuera… ni caballos ni hormigas de tu casa… No te conoce el niño ni la tarde porque te has muerto para siempre. No te conoce el lomo de la piedra,
Por el East River y el Bronx los muchachos cantan enseñando sus… con la rueda, el aceite, el cuero… Noventa mil mineros sacaban la pla… y los niños dibujaban escaleras y…
El diamante de una estrella Ha rayado el hondo cielo, Pájaro de luz que quiere Escapar del universo Y huye del enorme nido
Los caballos negros son. Las herraduras son negras. Sobre las capas relucen manchas de tinta y de cera. Tienen, por eso no lloran,
En la torre amarilla, dobla una campana. Sobre el viento amarillo,
Bajo el Moisés del incienso, adormecida. Ojos de toro te miraban. Tu rosario llovía. Con ese traje de profunda seda,
El canto quiere ser luz. En lo oscuro el canto tiene hilos de fósforo y luna. La luz no sabe qué quiere. En sus límites de ópalo,
Cantan los niños En la noche quieta: ¡Arroyo claro, Fuente serena! LOS NIÑOS
Cisne redondo en el río, ojo de las catedrales, alba fingida en las hojas soy; ¡no podrán escaparse! ¿Quién se oculta? ¿Quién solloza