A Carlos Morla Vicuña
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Debajo de la hoja de la verbena tengo a mi amante malo. ¡Jesús, qué pena! Debajo de la hoja
Verte desnuda es recordar la Tier… La Tierra lisa, limpia de caballo… La Tierra sin un junco, forma pur… cerrada al porvenir: confín de pla… Verte desnuda es comprender el ans…
Era mi voz antigua ignorante de los densos jugos amar… La adivino lamiendo mis pies bajo los frágiles helechos mojados… ¡Ay voz antigua de mi amor,
No te lleves tu recuerdo. Déjalo solo en mi pecho, temblor de blanco cerezo en el martirio de Enero. Me separa de los muertos
Silencio de cal y mirto. Malvas en las hierbas finas. La monja borda alhelíes sobre una tela pajiza. Vuelan en la araña gris,
El cielo nublado pone mis ojos blancos. Yo, para darles vida, les acerco una flor amarilla.
El mariquita se peina en su peinador de seda. Los vecinos se sonríen en sus ventanas postreras. El mariquita organiza
Las gentes iban y el otoño venía. Las gentes iban a lo verde. Llevaban gallos
Coches cerrados llegaban a las orillas de juncos donde las ondas alisan romano torso desnudo. Coches que el Guadalquivir
Enrique, Emilio, Lorenzo. Estaban los tres helados: Enrique por el mundo de las camas;
Abejaruco. En tus árboles oscuros. Noche de cielo balbuciente y aire tartamudo. Tres borrachos eternizan
La rosa no buscaba la aurora: Casi eterna en su ramo buscaba otra cosa. La rosa
Lucía Martínez. Umbría de seda roja. Tus muslos como la tarde van de la luz a la sombra. Los azabaches recónditos
La primera vez no te conocí. La segunda, sí. Dime si el aire te lo dice.
Yo pronuncio tu nombre en las noches oscuras, cuando vienen los astros a beber en la luna y duermen los ramajes