A Jorge Zalamea
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Hacia Roma caminan dos pelegrinos, a que los case el Papa, mamita, porque son primos,
Sábado. Puerta de jardín. Domingo. Día gris. Gris.
Las gentes iban y el otoño venía. Las gentes iban a lo verde. Llevaban gallos
Empieza el llanto de la guitarra. Se rompen las copas de la madrugada. Empieza el llanto
La muerte entra y sale de la taberna. Pasan caballos negros y gente siniestra
Coches cerrados llegaban a las orillas de juncos donde las ondas alisan romano torso desnudo. Coches que el Guadalquivir
Los días de fiesta van sobre ruedas. El tío-vivo los trae, y los lleva. Corpus azul.
Cuando yo me muera, enterradme con mi guitarra bajo la arena. Cuando yo me muera, entre los naranjos
Sólo tu corazón caliente, Y nada más. Mi paraíso, un campo Sin ruiseñor Ni liras,
Sobre el cielo negro, culebrinas amarillas. Vine a este mundo con ojos y me voy sin ellos. ¡Señor del mayor dolor!
De los cuatro muleros que van al campo, el de la mula torda, moreno y alto. De los cuatro muleros
Agosto. Contraponientes de melocotón y azúcar, y el sol dentro de la tarde, como el hueso en una fruta.
Entre mariposas negras va una muchacha morena junto a una blanca serpiente de niebla. Tierra de luz,
Rosa futura y vena contenida, amatista de ayer y brisa de ahora… ¡quiero olvidarlas! Hombre y pez en sus medios, bajo c… esperando en el alga o en la silla…
En el café de Chinitas dijo Paquiro a su hermano: «Soy más valiente que tú, más torero y más gitano». En el café de Chinitas