A Jorge Zalamea
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En el soto, los alamillos bailan uno con otro. Y el arbolé, con sus cuatro hojitas,
Las manos de mi cariño te están bordando una capa con agremán de alhelíes y con esclavina de agua. Cuando fuiste novio mío,
Naranja y limón. ¡Ay de la niña del mal amor! Limón y naranja. ¡Ay de la niña,
La noche quieta siempre. El día va y viene. La noche muerta y alta. El día con un ala. La noche sobre espejos
Ya viene la noche. Golpean rayos de luna sobre el yunque de la tarde. Ya viene la noche. Un árbol grande se abriga
Verde rama exenta de ritmo y de pájaro. Eco de sollozo sin dolor ni labio. Hombre y Bosque.
Me miré en tus ojos pensando en tu alma. Adelfa blanca. Me miré en tus ojos pensando en tu boca.
Vestida con mantos negros piensa que el mundo es chiquito y el corazón es inmenso. Vestida con mantos negros. Piensa que el suspiro tierno
Por la calle brinca y corre caballo de larga cola, mientras juegan o dormitan viejos soldados de Roma. Medio monte de Minervas
En la luna negra de los bandoleros, cantan las espuelas. Caballito negro. ¿Dónde llevas tu jinete muerto?
Silencio de cal y mirto. Malvas en las hierbas finas. La monja borda alhelíes sobre una tela pajiza. Vuelan en la araña gris,
Debajo de la hoja de la verbena tengo a mi amante malo. ¡Jesús, qué pena! Debajo de la hoja
Solamente por oír la campana de la Vela te puse una corona de verbena. Granada era una luna ahogada entre las yedras.
Viento del Sur, moreno, ardiente, llegas sobre mi carne, trayéndome semilla de brillantes
He cerrado mi balcón porque no quiero oír el llanto pero por detrás de los grises muro… no se oye otra cosa que el llanto. Hay muy pocos ángeles que canten,