Cargando...
Me lo dijeron mil veces,
mas yo nunca quise poner atención.
Cuando vinieron los llantos
ya estabas muy dentro de mi corazón.
 
Te esperaba hasta muy tarde,
ningún reproche te hacía;
lo más que te preguntaba
era que si me querías.
 
Y, bajo tus besos,
en la madrugá,
sin que tú notaras la cruz de mi angustia
solía cantar:
 
Te quiero más que a mis ojos,
te quiero más que a mi vida,
más que al aire que respiro
y más que a la madre mía.
 
Que se me paren los pulsos
si te dejo de querer,
que las campanas me doblen
si te falto alguna vez.
 
Eres mi vida y mi muerte,
te lo juro, compañero;
no debía de quererte,
no debía de quererte
y sin embargo te quiero.
 
Vives con unas y con otras
y na se te importa de mi soledad;
sabes que tienes un hijo
y ni el apellido le vienes a dar.
 
Llorando junto a la cuna
me dan las claras del día.
Mi niño no tiene padre
¡Qué pena de suerte mía!
 
Anda, rey de España,
vamos a dormir,
y, sin darme cuenta, en vez de la nana
yo le canto así
Preferido o celebrado por...
Otras obras de Joaquín Sabina...



Top