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La noche no quiere venir para que tú no vengas ni yo pueda ir. Pero yo iré aunque un sol de alacranes me coma…
Bajo el naranjo, lava pañales de algodón. Tiene verdes los ojos y violeta la voz. ¡Ay, amor,
Los caballos negros son. Las herraduras son negras. Sobre las capas relucen manchas de tinta y de cera. Tienen, por eso no lloran,
Odian la sombra del pájaro sobre el pleamar de la blanca meji… y el conflicto de luz y viento en el salón de la nieve fría. Odian la flecha sin cuerpo,
Mi niña se fue a la mar, a contar olas y chinas, pero se encontró, de pronto, con el río de Sevilla. Entre adelfas y campanas
Por las ramas del laurel vi dos palomas oscuras. La una era el sol, la otra la luna. «Vecinita», les dije,
El mariquita se peina en su peinador de seda. Los vecinos se sonríen en sus ventanas postreras. El mariquita organiza
Suntuosa Leonarda. Carne pontifical y traje blanco, en las barandas de “Villa Leonard… Expuesta a los tranvías y a los ba… Negros torsos bañistas oscurecen
Los días de fiesta van sobre ruedas. El tío-vivo los trae, y los lleva. Corpus azul.
Narciso. Tu olor. Y el fondo del río. Quiero quedarme a tu vera. Flor del amor.
El niño busca su voz. (La tenía el rey de los grillos.) En una gota de agua buscaba su voz el niño. No la quiero para hablar;
Suben por la calle los cuatro galanes. Ay, ay, ay, ay. Por la calle abajo van los tres galanes.
Cirio, candil, farol y luciérnaga. La constelación de la saeta. Ventanitas de oro
Hay dulzura infantil En la mañana quieta. Los árboles extienden Sus brazos a la tierra. Un vaho tembloroso