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De tierras de Guatemala volando mi avión partía; lloraba con el motor, con la hélice decía: —¡Guatemala,
¿Cuándo fue? No lo sé. Agua del recuerdo voy a navegar. Pasó una mulata de oro,
Los turistas en el bar: Cantaliso, su guitarra, y un son que comienza a andar. No me paguen porque cante lo que nos les cantaré;
Te voy a beber de un trago, como una copa de ron; te voy a echar en la copa de un son, prieta, quemada en ti misma,
Ana María, la trenza que te cae sobre el pecho, me mira con ojos de serpiente desde su piel torcida.
Olas de gordo aceite son mis días: pasan tan lentamente que no pasan. Los hombres a mi lado miran, pasan… lentos también como mis lentos día… El futuro está ahí, lleno de días,
Yo siento una devoción ardiente por todos los ríos, desde el Nilo sagrado, padre de Egipto, hasta el ignorado Juan de Toro, que no es padre de nadie, pero que tiene agua corriente y cau...
Por el largo camino me marché al azar, con un jarro de vino y un trozo de pan. rightMe marché al azar.
Mendoza la bien sembrada, ciudad de luz y arboleda, en roca viva engastada... Amor de Marianetti, el Señor
José Ramón Cantaliso, ¡canta liso!, canta liso, José Ramón. Duro espinazo insumiso: por eso es que canta liso
Frente al mar, viendo las olas la quieta orilla besar, los dos muy juntos, muy juntos cual no estaremos jamás, ella me dijo: —Quisiera
He aquí la jaula de las culebras. Enroscados en sí mismos, duermen los ríos, los sagrados río… El Mississippi con sus negros, el Amazonas con sus indios.
Sola, sobre su ola de parado coral… Antillilandia vive, esperando el trompetazo del Juicio… Casa de vecindad, patio del Mar C… donde los inquilinos se juntan
A Camagüey suelo ir por revivir mis claros días de infancia. Aspiro allá en su fragancia rosas que no volverán.
Como un puñal, como un arpón, el banderón americano en tu costado de carbón. Sucio de sangre el banderón. Un yanqui allí, látigo en mano.