#1961 #EscritoresUruguayos #PoemasDelHoyPorHoy
Yo estaba en otro borde del océano en palma de mallorca y para ser pr… en la plaza gomila ésa buscada por los marines yanquis tan borrachitos siempre
No es ninguna molestia explicarle qué pienso del infinito el infinito es sencillamente
Cuando sólo era un niño estupefacto viví durante años allá en colón en un casi tugurio
Ché banquero gobernante mírá que la historia es terca y está vez sí se te acerca la obligación del espiante andá haciendo el equipaje
Es tan fácil nacer en sitios que n… y sin embargo fueron brumosos y re… por ejemplo m¡sitio mi marmita de… mi suelta de palomas conservaba una niebla capaz de confundir las…
Qué suerte haber vivido para traer conmigo la confianza la eternidad caduca la infancia sin aurora la penitencia que es un oropel
Prohibidos los silencios y los gri… las minifaldas y los sindicatos artigas y gardel la oreja en radio habana el pelo largo la condena corta
Montevideo quince de noviembre de mil novecientos cincuenta y cin… Montevideo era verde en mi infanci… absolutamente vrede y con travías muy señor nuestro por la presente
Mírela y no proteste ésta es su tierra amigo ella lo está esperando como una amante nueva
El césped. Desde la tribuna es un tapete verde. Liso, regular, aterciopelado, estimulante. Desde la tribuna quizá crean que, con semejante alfombra, es imposible errar un gol y mucho me...
No puede ser. Esta ciudad es de mentira. No puede ser que las palmeras se d… a acariciar la crin de los caballo… y los ojos de las putas sean tiern…
Una mujer desnuda y en lo oscuro genera un resplandor que da confia… de modo que si sobreviene un apagón o un desconsuelo es conveniente y hasta imprescindi…
Jesús y yo salvadas las distancias somos dos habitantes del exilio y lo somos por cautos por ilusos algo se nos quebró en mitad del ve… y asf sobrellevamos esta pena
Un viento misionero sacude las per… no sé qué jueves trae no sé qué noche lleva ni siquiera el dialecto que propon… creo reconocer endechas rotas
Fue un sábado de tarde, en plena siesta, cuando sonó la primera llamada. Aún medio aturdido, había alargado el brazo hasta el teléfono, y una voz masculina, ni demasiado grave ni demasi...